Difícil resulta encontrar ese rumbo
pero más difícil es empezar a recorrerlo,
encontrar a tantos que van en la misma dirección,
algunos perdidos de vista desde hace tiempo,
a otros los tendremos que abandonar ahora.
Saber cuándo comenzar el trayecto
es un desafío
que nos da la medida de lo que
verdaderamente queremos ser,
de lo que realmente somos,
de nuestro carácter.
Es indispensable conocer el momento justo
de emprender la nueva ruta
transitaremos por senderos
inevitablemente pedregoso,
con atravesamientos propios y ajenos.
Procesos mediadores que habrá que vencer y desoír
hasta conformar nuestra propia ruta crítica,
nuestro mapa.
Será preciso no tomar atajos
de manera que sintamos la necesidad,
el deber y el honor
de ser nosotros mismos.
Sólo así llegaremos a la cima
que es darse cuenta (no saberlo)
que tenemos que protagonizar el cambio.
Es el autodesarrollo, la paz, el salto a esa felicidad…
Este viaje puede realizarse solo
aunque suele llevarse mejor en parejas
porque es la plenitud del ser humano,
debe llevar su ritmo,
pero no se puede descuidar el tiempo
ya que perderíamos el momento justo,
porque no podemos seguir el rumbo
si no conseguimos dejar atrás,
lo que ya no está con nosotros.
Raúl Reyes Fernández
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